Probablemente, pocos autores han jugado un papel tan crucial en la historia de las letras españolas como lo jugó Emilia Pardo Bazán. Mujer de incomparable talento y de una extraordinaria erudición, la Pardo Bazán –como solían llamarla– fue una pionera incuestionable que causó admiración, asombro, desconcierto, escándalo, envidia, entusiasmo, y no pocas controversias, y que obligó a muchos a reflexionar sobre la condición de la mujer en la sociedad de su tiempo. No solo fue una mujer que se atrevió a ponerse al nivel del hombre –algo inconcebible en aquel momento–, sino que además lo hizo sin subterfugios, y no tuvo ningún miedo en cuestionar la moral vigente tanto con su obra como en su vida.
Doña Emilia fue una persona inteligentísima y llena de matices tan agudos que a veces casi llegaban a la contradicción. Así, pudo ser al mismo tiempo conservadora y feminista convencida; o defensora del realismo y de la crítica social, pero de la misma manera una vehemente carlista. Su pensamiento era complejo y no se prestaba a reducciones. Sea como fuere, su presencia y sus hazañas no pasaron desapercibidas entre sus contemporáneos, y la convirtieron en una figura de gran relieve público, querida y detestada a partes iguales. Su importancia fue tal, que a su muerte, la noticia ocupó la portada de los principales rotativos españoles. Todo el país lloró la pérdida de la gran escritora gallega.
7 hechos esenciales sobre Emilia Pardo Bazán.
Este año, se cumplen 100 años de la muerte de Emilia Pardo Bazán, y 170 años de su nacimiento, que aconteció tal día como hoy de 1851. Queremos aprovechar la ocasión para reivindicar a esta brillante e indispensable escritora, y os proponemos hacerlo recordando algunos de los aspectos más significativos de su carrera y de su pensamiento. ¡Vamos allá!
Fue la primera gran feminista española
Emilia Pardo Bazán, pese a nacer en el seno de la aristocracia gallega (era condesa), recibió una educación liberal y generosa por parte de su padre, que fue alcalde y diputado a Cortes para el partido liberal. Para ella, la educación era precisamente una herramienta fundamental para que las mujeres pudieran emanciparse de la tutela de los hombres y de su opresión, y demostrar su efectiva igualdad con ellos. Por ese motivo, aprovechó todos los espacios que su relevancia social le ofreció para allanar el camino de esta igualdad. Lo hizo escribiendo artículos en prensa, dando conferencias ahí donde se le brindaba la oportunidad… Se convirtió así, junto con Concepción Arenal, en la primera gran valedora del feminismo español.
También su obra refleja esta crítica social. En ella, denuncia especialmente las distintas formas de opresión del hombre sobre la mujer, bien sea por parte de maridos, de padres o de todo el cuerpo social. A veces, aborda incluso temas tan arduos y delicados como el de la violencia de género. Así sucede, por ejemplo, en el brillante cuento “El indulto”, en el que una mujer vive con terror el regreso a casa de su peligroso marido tras un breve paso por la prisión por asesinato.
Entre 1892 y 1914, Pardo Bazán financió y dirigió un proyecto editorial propio que llamó “Biblioteca de la mujer”, un conjunto de textos de distintas disciplinas escritos por mujeres o que giraban en torno a la figura de la mujer. En él, publicó a autoras como George Elliot, María Zayas, Harriet Beecher Stowe o Madame de Stäel, entre otras, y obras como La esclativud femenina, de John Stuart Mill.
Introdujo el naturalismo en España
Emilia Pardo Bazán viajó ampliamente por Europa, y pasó largas temporadas en París, donde acudió a las famosas tertulias de los hermanos Goncourt y conoció a escritores como Victor Hugo o Zola. Muy sensible a las tendencias estéticas de su tiempo, adivinó en el naturalismo una nueva corriente estética con un gran potencial social, por lo que abogó por ella –aunque no sin ciertas reservas– en una serie de artículos más tarde recogidos en el libro La cuestión palpitante. En este libro fundacional defendía también la obra de sus contemporáneos Galdós y Clarín, y señalaba la necesidad de mirar hacia Francia y Rusia.
La cuestión palpitante causó una gran impresión –y un gran escándalo– en la sociedad intelectual española de su tiempo, y contribuyó decisivamente a la introducción del naturalismo en España. Tanta fue su repercusión, que el marido de Emilia Pardo Bazán le pidió que dejara de escribir para evitar el desprestigio; petición que, por supuesto, doña Emilia no acató y que llevó a una separación convenida pero irrevocable del matrimonio.
Émile Zola, por cierto, apreció el libro, aunque las palabras que le dedicó dan una idea nuevamente de los prejuicios de la época: «Es libro muy bien hecho, de fogosa polémica: no parece libro de señora. Aquellas páginas no han podido escribirse en el tocador». Probablemente fue a raíz de estas apreciaciones que la autora de Los pazos de Ulloa rompió con Zola y lo convirtió en blanco de numerosos dardos y críticas.
Fue la primera escritora profesional en España (y una de las primeras en Europa)
Emilia Pardo Bazán hizo siempre lo posible para vivir según sus convicciones. No es de extrañar, por lo tanto, que la autonomía y la libertad fueran una prioridad fundamental, sin duda coherente con sus reivindicaciones. En este sentido, en una carta a un amigo, dejó escrito: «Me he propuesto vivir exclusivamente del trabajo literario, sin recibir nada de mis padres, puesto que si me emancipo en cierto modo de la tutela paterna, debo justificar mi emancipación no siendo en nada dependiente».
De este modo, la escritora gallega se convirtió en la primera escritora española que pudo vivir de su trabajo intelectual. Que no fue poco, si tenemos en cuenta que escribió más de 1.500 artículos periodísticos, unas 40 novelas, cerca de 600 cuentos y una veintena de ensayos, además de las conferencias que pronunció y de otras actividades aledañas.
Mantuvo una relación romántica con Galdós
Su apasionada relación con el escritor Benito Pérez Galdós era un secreto a voces en la sociedad de su época. Y también está bien documentada, pues se conservan gran parte de las cartas que Pardo Bazán escribió a Galdós (aunque no al revés: se dice que cuando Franco se apropió del pazo de Meirás, antigua residencia de la escritora, su mujer, Carmen Polo, quemó todas las cartas escandalizada por su contenido indecoroso).
Los amores de Pardo Bazán y Galdós fueron fervorosos, según muestran las cartas que se conservan, pero se basaron sobre todo en la apreciación mutua de su inteligencia y en el respeto. Probablemente, ambos hallaron en el otro algo no muy fácil de encontrar: un interlocutor a la altura de su genio. Aunque lo más sorprendente sea quizá el espíritu liberal y despreocupado con el que los dos escritores se enfrentaron a los prejuicios morales de su tiempo: «Ante la moral oficial –escribió Emilia Pardo Bazán–, no tengo defensa, pero tú y yo se me figura que vamos un poco para nihilistas en eso. Le hemos hecho la mamola al mundo necio, que prohíbe estas cosas».
Fue la primera mujer socia del Ateneo de Madrid
Entre los hitos que alcanzó Emilia Pardo Bazán, se encuentra el de ser la primera mujer en formar parte del Ateneo de Madrid, el principal centro cultural de la capital en aquel momento. Aunque la escritora había dado conferencias en la reputada institución, no fue hasta 1905 que le fue permitido inscribirse como socia. Hasta qué punto este precedente fue importante, lo muestra que, justo después de ser admitida, otras dos reputadas feministas, Carmen de Burgos y Blanca de Ríos, se atrevieron a presentar su petición de ingreso, que por supuesto tampoco les pudo ser denegada. Una vez más, la condesa de Pardo Bazán había desbrozado el camino para todas las que habían de seguirla.
Doña Emilia, por su parte, no se limitó con lo logrado, sino que en 1906 fue nombrada presidenta de la sección de literatura del Ateneo. Cosa que no debe extrañarnos si tenemos en cuenta que las clases de Literatura contemporánea que había dado en la Escuela de Estudios Superiores del propio Ateneo en el curso 1896-1897 contaron con la friolera de 825 alumnos inscritos, superando así con creces los inscritos en las asignaturas de otros insignes intelectuales de la época.
Le fue negado el ingreso a la Real Academia Española en tres ocasiones
Aunque pocos españoles habían reunido tantos méritos como ella para ingresar en la RAE, la institución había prohibido explícitamente, en 1853, la entrada a cualquier mujer a la Academia. Pardo Bazán, sin embargo, no se amedrentó con ello, y cuando supo que dos sillones quedaban vacantes, decidió presentar ella misma su propia candidatura, contraviniendo los procedimientos habituales. Aunque la respuesta fue obviamente negativa, la situación fue objeto de un intenso debate.
El escritor y académico Juan Valera fue uno de los principales opositores a la idea de que la políglota gallega entrara en la Academia. En el plano público, justificó su respuesta –aunque bajo pseudónimo– en el folleto “Las mujeres y las academias”, en el que argumentaba que no era un problema de méritos, sino de las probables incompetencias entre hombres y mujeres en la institución. En el plano privado, sin embargo, daba una justificación diferente y de bastante peor gusto: los sillones de la academia, decía, eran muy antiguos y no podían cambiarse, y la circunferencia de doña Emilia sin ninguna duda no cabía en ellos.
Fue la primera mujer catedrática en España
Aunque Emilia Pardo Bazán no había podido ir ella misma a la universidad (vetada a las mujeres), y su formación había sido por lo tanto esencialmente autodidacta, en 1916 fue nombrada para la cátedra de literaturas neolatinas contemporáneas de la Universidad Central de Madrid. La cátedra fue creada a medida para ella por el ministro de Instrucción Pública Julio Burell, aunque no le llegó sin encontrarse antes con la fuerte oposición de gran parte del claustro universitario, incluyendo intelectuales como Menéndez Pidal o Ortega Gasset. Méritos, sin embargo, no le faltaban: Pardo Bazán leía corrientemente en francés, inglés, alemán, italiano, portugués y catalán, y pocos contemporáneos suyos podían presumir de tener un conocimiento tan amplio y profundo de la literatura extranjera que se estaba escribiendo en aquel momento como lo tenía la autora gallega.
A diferencia de en sus concurridas conferencias, pocos alumnos se inscribieron a la asignatura. Ello puede atribuirse probablemente a la novedad de la materia (era la primera vez que la literatura contemporánea entraba en la universidad) y también al hecho de ser esta de pago y reservada a doctorandos. en todo caso, para evitar que fuera cancelada, no obstante, acudían a la clase numerosas mujeres de la alta sociedad y admiradoras de la escritora, además de un viejo bedel de la universidad, convencido, según se cuenta, de que el inmenso talento de doña Emilia no podía quedarse sin público.
Emilia Pardo Bazán fue una mujer extraordinaria y una luchadora nata y de incomparable tesón. Llegó hasta donde se propuso por derecho propio, aunque le costara el doble de lo que le habría costado a cualquier hombre. La escritora, sin embargo, era muy consciente de que estaba abriendo camino, y por ello nunca dejó que su ambición flaqueara. De esta manera, doña Emilia abrió muchos caminos que todavía hoy son y deben ser transitados.
Esperamos que estas breves notas sobre Emilia Pardo Bazán y su influencia decisiva en la historia de la España contemporánea te hayan resultado interesantes. Por supuesto, una figura tan profunda y compleja como la de Pardo Bazán no se agota en unas pocas anécdotas, incluso en el caso de anécdotas tan sustanciales como estas. Sea como sea, este aniversario que celebramos nos da la excusa perfecta para rendirle el mejor homenaje que podemos brindarle, que no es otro que el de leer y releer su obra y adentrarse en su fecundo pensamiento.
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