“El deseo evidente y en aumento por una educación basada en la evidencia ha coincidido con un periodo de progreso tremendo en el campo de la neurociencia que ha captado un enorme interés público general con sus logros, y ello ha llevado a un debate, ya en marcha, acerca de la potencialidad de la neurociencia  para propiciar una reforma de la Educación” (Stern, 2005) (1).

En primer lugar, el término de neuroeducación podríamos sustituirlo por el de Neurociencias aplicadas a la Educación o Neurociencia educativa. Pues el concepto de neuroeducación, aunque claro y conciso puede ayudar a disminuir la esencia e importancia de la influencia de la neurociencia en la Educación, al menos como puedo entenderla, como el estudio del cerebro y su relación con el proceso de Enseñanza- Aprendizaje.

Incorporando y promoviendo la integración de las Ciencias de la Educación con las que se ocupan de estudiar el funcionamiento del cerebro, ha generado cierto avance en el binomio enseñanza-aprendizaje, ayuda a potenciar las capacidades neurocognitivas y emocionales de los alumnos en el aula, de sus profesores, referentes directos.

La Neuroeducación brinda al educador mayor conocimiento acerca de qué sucede en el cerebro de los alumnos e indica qué factores influyen en su crecimiento, desarrollo y funcionalidad.

Autores como Francisco Mora (2013) (2) parten de la premisa de “solo se puede aprender aquello que se ama”, bajo conceptos como neuroeducación o funcionamiento del cerebro, Mora (2013), defiende la necesidad de integrar mecanismos bajo la partícula neuro a la realidad educativa del aula. Así, según señala este autor (Mora, 2014)(3).

“El binomio emoción-cognición es indisoluble, intrínseco al diseño anatómico y funcional del cerebro” Sabemos que sólo puede ser verdaderamente aprendido aquello que genera una emoción, lo que significaría que el modelaje neuronal estaría reservado a la educación a través de las emociones.

¿Estaríamos hablando entonces de Neuroeducación? ¿Existen los neuroeducadores?

Neurociencia educativa en el aula

En este sentido, David Bueno (Rodríguez, 2015)(4), profesor de genética de la Universidad de Barcelona, expone un ejemplo representativo, “cuando me toca explicarles, el triángulo de Tartaglia, una fórmula matemática que necesitan para resolver problemas de genética, les cuento que el matemático italiano que lo formuló no se llamaba  artaglia, sino Niccolò Fontana. Era tartamudo, tartaglia, en italiano. Ese mote acabó dando nombre a la fórmula. Esa anécdota hace estallar de risa a los estudiantes, y lo mejor es que ya no se olvidan de la fórmula”.

Siguiendo este hilo argumental, se entiende que los docentes deben aprovechar lo que se conoce del funcionamiento del cerebro para enseñar mejor.

Usando argumentos de divulgadores de la Educación como Sir Ken Robinson plantea de manera entretenida y conmovedora la necesidad de crear un sistema educativo que nutra (en vez de socavar) la creatividad, la Escuela o sistema que la describe, debe definirse desde otro prisma.

“Necesitamos maestros que preparen a los niños para afrontar los nuevos retos. Ellos son capaces de transformar el cerebro de los alumnos, tanto física como químicamente, de la misma manera que un escultor con su cincel es capaz de crear una figura tan bella como el David” (Mora, 2014).classe de niños levantando la mano con profesora al fondo para neurociencia educativa

Se puede interpretar la necesidad e interés de generar calidad en la instrucción de los docentes, el contexto educativo y de aula, lugar en el que el alumno pasa una gran parte de su tiempo, de ahí que sea considerado como un lugar motivador, innovador y de trabajo autónomo y social.

La Neuroeducación, al permitir que el docente conozca y entienda las características del sistema nervioso y del cerebro y, a su vez, relacione esta información con el comportamiento y actitudes de sus alumnos, modo o estrategias de aprendizaje, actitud, ambiente del aula… se podría considerar un primer peldaño a subir en la formación y preparación docente, que marcará la diferencia en la calidad de la educación (Kandel, Jessell y Schwartz, 2005)(5).

La necesidad de integrar la importancia del estudio del cerebro en la Educación es de gran relevancia, haciéndose de recursos, habilidades, actitudes para un mayor desarrollo cognitivo, habilidades en el aprendizaje, manejo de emociones…, en el aula.

Si quieres saber sobre neurociencia educativa, mira lo que opina Chema Lázaro sobre la neurociencia en el aula o lo que opinan los expertos sobre cómo aplicar las conclusiones de la neurociencia en el aula.

1 Stern, E. (2005). Pedagogy meets neuroscience.  Science, 310, p. 745. 
2 Mora, F. (2013).  Neuroeducación. Madrid. Alianza Editorial.
3 Mora, F. (2014).  ¿Cómo funciona el cerebro?. Madrid. Alianza Editorial.
4 Rodríguez, P. (16 de abril de 2015). La mirada de aprobación del maestro es más gratificante que un 10. El Diari de l’Educació
5 Kandel, E; Jessell, T. & Schwartz, J. (2005). Neurociencia y conducta. Madrid. Pearson Prentice Hall.

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1 Comment

  1. 1
    rrss emarketers

    Para todas aquellas personas que quieran conocer y aprender sobre la neurociencia, este artículo es muy interesante para conocer más sobre este tema. Desde Edime queremos recomendar algunas lecturas para facilitar la asimilación de esta ciencia:
    “Neuromitos en educación” de Teresa Hernández, en este libro, se desmontarán doce neuromitos o también llamados falsas creencias en educación. Siempre basándose en los descubrimientos científicos, los autores de este libro entre los que se encuentra Teresa Hernández buscan métodos educativos más eficaces.
    “Neuroeducación: Solo se puede aprender aquello que se ama” de Francisco Mora, el cuál trata sobre temas como la empatía, el proceso de atención y otros muchos aspectos que influyen el proceso de aprendizaje.
    Espero que estos libros os sirvan de algo

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