Estamos viviendo una situación excepcional a causa del coronavirus, en la que niños y jóvenes no pueden asistir a clase y deben seguir las enseñanzas en casa a través de la red. Sin embargo, la educación puede hacerse  extensible a cualquier ámbito y circunstancia de la vida. La palabra yoga, que significa unión, se refiere a la unión de la persona en su totalidad: parte física, mental, emocional y espiritual y también a la unión de ésta con el universo. Para ello, utiliza una serie de peldaños, como si se tratara de una escalera, a través de los cuales vas ascendiendo,  hasta llegar a la realización. 

Estos caminos son: vivir juntos, eliminar toxinas y pensamientos negativos, adoptar una buena postura, respirar bien para mantener la calma, saber relajarnos para tener un buen nivel de energía, focalizar la atención a través de la concentración, ampliar la consciencia por medio de la meditación y el último, la unión con la fuente de energía superior o supraconsciencia.

Si analizamos el significado de la segunda definición de yoga y la comparamos con el  momento actual, veremos que todos estamos conectados y lo que afecta a una parte del mundo, afecta a la otra. Esta circunstancia, nos hace ver la unión con todo lo que nos rodea, la interdependencia de las cosas y nos obliga a estar más unidos, a ser más solidarios y a dar lo mejor de nosotros mismos. 

Este es el primer paso del yoga –yama- palabra sánscrita que significa trabajar juntos y mejorar las relaciones con los demás, un aprendizaje que se puede enseñar en la escuela y en casa.

Las materias curriculares son esenciales para el aprendizaje, pero no debemos olvidar que formamos parte de una sociedad y como tal, es necesario cultivar valores como la solidaridad, la cooperación, la empatía o la compasión, si queremos seguir avanzando como seres humanos.

En una sociedad acelerada como la nuestra, esta situación nos obliga a parar y nos trae “de vuelta a casa”, el lugar donde podemos cultivar nuestro “ser”. Aprender a hacernos responsables de nosotros teniendo en cuenta al otro o saber gestionar las emociones en cada situación que nos toca vivir, es una oportunidad para crecer y aprender a aceptar las cosas tal como son. 

Podemos aprovechar el tiempo para estar con los demás miembros de la familia, jugar con los hijos, dibujar, escuchar música, hacer yoga, meditar, bailar o simplemente descansar.

A veces, nos cuesta vivir el momento presente, porque proyectamos la mente hacia el pasado o hacia el futuro. El yoga nos enseña a conectar con el presente a través de nuestra pròpia respiración, haciéndola  consciente, de esta forma la mente se va calmando. 

Observar atentamente el aire como entra y sale por la nariz, sentir cómo al inspirar el aire es más fresco y al exhalar es más cálido, o bien observar el movimiento del abdomen al inspirar y al exhalar, puede ser muy útil en situaciones de estrés, miedo o ansiedad. 

Un trabajo de introspección, permite saber qué nos sucede y podemos encontrar respuesta a los problemas que nos preocupan. Aplicar el yoga en la escuela o en casa, nos da la oportunidad de utilizar los recursos internos y las potencialidades de cada uno para poderlas desarrollar.

Cuando salgamos de esta situación y podamos abrazar a nuestros familiares y amigos, cuando demos un paseo y contemplemos la naturaleza, el mar, la montaña, los pájaros… nuestra mirada será distinta, nos habremos dado cuenta de las pequeñas cosas que nos rodean y sabremos agradecer cada oportunidad  que nos brinda la vida.

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