El cambio social es una realidad en plena revolución tecnológica. Todos los sectores sociales están entendiendo el cambio como una constante de sus organizaciones y se preparan de alguna manera para el inevitable tsunami tecnológico, laboral y social que se avecina.
La ley de rendimiento acelerado que Kurtzweil del año 2001, como extensión a la Ley de Moore, empieza a tener sentido desde el momento en que la tecnología crece a pasos agigantados e invade de manera irremediable todos los sectores sociales, liderado por las grandes empresas que copan el mercado como son Apple, Google, IBM, Facebook, Tesla… y un sinfín de marcas, que de forma disruptiva, han llegado al control de la sociedad, amenazando de forma preocupante nuestra dimensión humana y emocional.
En la educación no superior, de una manera general me atrevería a afirmar, que existe un movimiento metodológico, tecnológico, didáctico, que está revolucionando y haciendo crecer el mundo del aula, las dinámicas de aprendizaje de los alumnos y muchos aspectos críticos que el profesorado entiende como vitales para un nuevo perfil del docente en este siglo XXI. Las redes sociales están alimentadas de propuestas, ideas, capacitaciones para docentes, y un sinfín de movimientos que nos presentan un escenario alentador para los próximos años.
Pero, ¿qué pasa con las direcciones escolares? Desde mi perspectiva profesional de dedicación al mundo de la dirección docente, seguimos necesitando un movimiento que vertebre las visiones estratégicas necesarias para los próximos años.
Si el Mobile Learning, los métodos de aprendizaje inductivo, los espacios para aprender, el renacer del modelo de Inteligencias Múltiples, entre otros aspectos, han obligado a los profesores a realizar verdaderos esfuerzos en su adaptación al aula por falta de visión directiva, viene una nueva ola que nos obliga a no volver a caer en esa descoordinación con la realidad social. Ahora no habrá margen de error.
El escenario de un nuevo mundo laboral, con nuevas habilidades profesionales, hacen necesario que la escuela reposicione sus proyectos educativos y pedagógicos. No voy a tocar el mundo universitario y su responsabilidad, pues en mi opinión, y sin entrar en mucha reflexión, creo que corre un profundo riesgo de desaparición como no adapten sus modelos al requerimiento laboral del mundo empresarial. En algunos países, ya existen empresas que echan sus redes en los alumnos de bachillerato, buscando talentos con habilidades especificas, y que no quieren que se pierdan en el mundo universitario actual.
Pero volviendo a la escuela, y viendo los parámetros de perspectivas futuras, deberíamos como directivos escolares, colocar una visión a corto plazo, la velocidad de desarrollo no nos permite ir mucho más allá, que con un carácter ejecutivo y activo, nos permita orientar un proyecto educativo lleno de intención estratégica para los próximos años.
Pero, ¿por dónde empezar? Tenemos varios aspectos que se están definiendo socialmente: la medición de datos (Big Data y Smart Data), el uso de la Inteligencia Artificial e internet de las cosas (IoT) y todo lo relacionado con la robótica y la programación.
La pregunta y el reto están lanzados. Cómo directivo escolar, ¿hacia dónde llevas tu proyecto estratégico ? De esto ya hablaremos más adelante.
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