El acoso escolar es uno de los problemas más graves al cual se enfrentan los adolescentes y a los cuales deben dar solución los centros educativos. Se trata de un fenómeno complejo, con causas y expresiones muy diversas, que puede tener consecuencias importantes en la salud emocional de los jóvenes. Sin embargo, detectar el bullying puede ser difícil en determinadas circunstancias, lo cual impide reaccionar con la contundencia necesaria ante ellas. A esto se suma el hecho de que existe cierto desconocimiento sobre qué es bullying y cómo se manifiesta. En este sentido, concienciar sobre la presencia del acoso en las escuelas y sobre sus diferentes formas es el primer paso para luchar de manera más efectiva contra él.

Es justamente con el fin de poner el foco sobre esta problemática que los países miembros de la UNESCO declararon el día 5 de noviembre el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso en la Escuela incluido el ciberacoso, una de sus formas más habituales en la actualidad.

Desde Vicens Vives, queremos sumarnos a las voces que cada vez más se esfuerzan en visibilizar la existencia de este tipo de abuso, y por ello te ofrecemos algunas pautas que pueden ayudarte a identificar situaciones de acoso y a saber cómo gestionarlas.

¿Qué es el bullying?

Un aspecto clave a la hora de enfrentarse a escenarios de acoso es tener en cuenta que el bullying no es un concepto monolítico: existen diferentes tipologías de acoso, igual que existen distintos perfiles de acosadores. Es un error pensar en un solo modelo que englobe todos los casos. Sin embargo, sí que existe cierto consenso respecto a sus tres rasgos fundamentales: hay bullying, según señalan los expertos, cuando estamos ante una acción de abuso repetida (a partir de 3 veces ya puede considerarse como tal), cuando hay intencionalidad por parte del acosador y cuando se observa un desequilibrio de poder. De este modo, un conflicto puntual no implica necesariamente que haya acoso (aunque en ningún caso debería pasarse por alto), porque el bullying tiene un carácter estructural.

También es importante desechar falsas creencias sobre el acoso escolar, que pueden llevarnos a obviar algunos casos que acontezcan a nuestro alrededor. Un error típico, por ejemplo, es pensar que el acoso pasa siempre por la agresión física: puede haber un componente físico o no haberlo, pero en realidad la mayor parte del acoso que se da es psicológico o verbal. También es una equivocación pensar que el acoso escolar es cosa solo de chicos (el bullying relacional o social es frecuente entre niñas), o bien que el acosador tiene siempre problemas de autoestima (algunos acosadores, en realidad, tienen una autoestima excesivamente alta).

Otro aspecto importante que debemos tener en cuenta es el carácter camaleónico del acoso escolar. En este punto radica de hecho la gran dificultad a la hora de combatirlo. Si bien hay formas de acoso más fáciles de detectar que otras (especialmente el físico) los acosadores son listos, y pronto desarrollan estrategias para continuar su acoso lejos de los ojos de los adultos, a menudo fuera de la escuela. En este sentido, debemos fijarnos no solo en las situaciones que podamos ver directamente, sino en las posibles secuelas que este acoso pueda dejar.

Por último, hay que evitar cualquier prejuicio sobre qué niños pueden ser propensos a ser acosadores y cuáles podrían ser acosados. Las situaciones de acoso dependen de innumerables factores, y cualquier niño puede ser potencialmente acosador o acosado en distintos escenarios, por lo que es buena idea no fiarse nunca de las apariencias. 

Tipos de bullying

El acoso escolar puede adoptar muchas formas, y es importante tenerlas todas en cuenta. Según los expertos, podemos establecer las siguientes grandes categorías de acoso:

  • Acoso físico: Es el más visible de todos, y en algunos casos puede dejar marcas como rasguños y golpes. Con todo, hay que tener claro que no es la forma más frecuente de acoso, y que cuando se da, puede ser el resultado final de otras formas de bullying que han ido a más.
  • Acoso verbal: Incluye el poner motes, insultar… Detectar el bullying verbal es más difícil que en el caso del físico, porque suele darse cuando no hay adultos cerca. Por otro lado, en ocasiones los adultos tienden a subestimarlo considerando que son cosas de niños y a recomendarle a la víctima que ignore la situación en vez de tratar seriamente el problema.
  • Agresiones relacionales: Los estudios muestran que son más frecuentes entre las niñas, concretamente entre los 10 y 14 años. Incluyen la exclusión, los rumores, la rotura de confidencias, hacer piña contra una persona, etc.
  • Cyberbullying: Es un fenómeno cada vez más frecuente, y especialmente grave, porque ataca la vulnerabilidad de los acosados durante las 24 horas del día y en cualquier lugar, incluso en sus espacios de seguridad. Además, es una de las formas de acoso más difíciles de detectar, por darse a través de plataformas que los adultos no pueden observar fácilmente. Puede consistir por ejemplo en el envío de mensajes agresivos, o en la difusión de textos o fotografías que ridiculicen a la víctima. Una forma cada vez más habitual es la exclusión a través de los videojuegos en línea: por ejemplo, quedar para jugar un grupo con alguien y después darle plantón o bien ir todos contra el acosado durante la sesión de juego. 
  • Bullying sexual: Se define como cualquier acción humillante conectada con la sexualidad: apodos, comentarios indeseables sobre el cuerpo o sobre la sexualidad de la víctima, gestos groseros, proposiciones sexuales, el hecho de compartir materiales pornográficos indeseados, la difusión de fotos o vídeos… En casos extremos pueden darse tocamientos o incluso agresiones sexuales.  
  • Acoso basado en prejuicios: Acosar a alguien, de una manera u otra, en función de su raza, religión, o bien por su orientación o identidad sexual o de género.

Asimismo, conviene saber que existen también diferentes tipologías de acosadores. Algunos son ellos mismos exvíctimas del bullying o de otras formas de violencia, que dan salida a través del acoso a sus propias frustraciones. Otros, en cambio, disfrutan de una situación de privilegio que los lleva a creerse por encima de los demás. Hay niños que acosan por presión social, mientras que otros son solitarios. Unos pueden mostrar agresividad también con profesores y padres, mientras que otros son estudiantes aplicados y se mostrarán agradables con los adultos. Algunos serán irascibles e inestables, mientras que otros (los menos) mostrarán una fuerte falta de empatía. No hay, en definitiva, un solo tipo de acosador.

Pautas para detectar el bullying

Puesto que no siempre es fácil ser testigo de las situaciones de acoso que puedan darse entre los alumnos de un centro, es importante prestar atención no solo a las agresiones en sí, sino a aspectos o situaciones que puedan ser sintomáticos de que algo no va bien. De entre ellos, los principales son:

  • Cambios de comportamiento o de hábitos: Los niños acosados a menudo suelen mostrar su malestar mediante irregularidades o alteraciones en su conducta. Presta especial atención si observas en algún alumno un humor cambiante, una caída en la mediana de las notas, cambios en los hábitos alimentarios o en las amistades, pérdida de interés por las actividades o si un niño o una niña tiene dolores de cabeza o de estómago frecuentes (que pueden ser psicosomáticos o bien una excusa para evitar ciertas situaciones sociales).
  • Niños que evitan estar con otros niños: Una de las principales formas de la agresión relacional es la exclusión. Si observas que hay un estudiante que queda al margen en los juegos y actividades, puede ser una buena señal de que existe bullying.
  • Explosiones de ira o y problemas con la autoridad: Tanto los acosadores como los acosados pueden tener problemas para regular sus emociones, lo cual puede llevar a situaciones en las cuales no sean capaces de controlar su agresividad frente a otras personas. Si presencias una situación de estas características, es posible que haya un problema más serio detrás.
  • Situaciones de privilegio: Algunos niños tienden a asumir en la escuela el papel de líderes. Aunque el hecho de que un niño o una niña tenga seguidores es natural y no es malo en sí, es fácil que esta situación de liderazgo adopte un matiz negativo, y en este caso el desequilibrio de fuerzas puede llevar a situaciones de acoso. Si es así, es importante tener en cuenta también a los seguidores, que pueden ser, por presión social, el brazo ejecutor del acoso.

¿Qué hacer ante una situación de bullying?

En el caso del acoso escolar, se cumple la máxima de que la mejor solución es la prevención. Trabajar con los niños, desde bien temprano, valores como la tolerancia, la empatía o el diálogo, y enseñarles a encontrar vías para resolver sus conflictos de manera pacífica nos ahorrará muchos casos de bullying cuando crezcan.

Sin embargo, en ocasiones debemos enfrentarnos a situaciones de acoso en fases avanzadas, por lo que la prevención no es una opción. Estos casos son ciertamente más difíciles de gestionar, pero hay maneras de hacerlo adecuadamente. Es recomendable, eso sí, que la solución no pase por recurrir a la familia de los niños, porque algunos familiares no aceptan fácilmente la idea de que sus hijos puedan ser agresores o agredidos, y la situación puede hacerse más compleja de lo necesario. Lo ideal es tratar los distintos actores por separado y de manera particular:

  • En el caso de la víctima, es aconsejable trabajar la asertividad: enseñarle a decir ‘no’, a marcar los límites que no quiere cruzar, aunque por supuesto sin recurrir a la violencia. Mostrarle cómo un cambio de actitud y una mayor confianza en sí mismo pueden mejorar su situación. En este sentido, trabajar técnicas teatrales o corporales puede ser una herramienta interesante y muy productiva.
  • En el caso de los acosadores, es evidente que se requiere una sanción ajustada a la gravedad de su acto, pero es muy importante que la sanción sea educativa, y no punitiva: que no tenga por fin castigar, sino educar. Pedirle que ayude en el comedor escolar será en general más efectivo que una expulsión de dos días. Por lo demás, es preciso trabajar la empatía y la solidaridad, y hacerle entender cómo pueden afectar sus acciones a otras personas, y muy especialmente al acosado. 
  • En el caso de los testigos, es muy importante trabajar los vínculos de comunidad, y hacerles ver que no oponerse a una situación injusta los hace a ellos cómplices de la misma. Muy a menudo el acosador busca los beneficios sociales de mostrarse dominante, por lo que si conseguimos que una acción de acoso provoque rechazo en su público, es mucho más probable que no se lleve a cabo. Además, resulta muy efectivo trabajar herramientas de prevención entre iguales, asignando la figura de dos o tres observadores entre los alumnos que cumplan la función de identificar y denunciar las situaciones de acoso.

Por último, si piensas que puede estar dándose una situación de bullying hacia un alumno o una alumna y no sabes cuál es el mejor procedimiento para manejarlo, te recomendamos que te pongas en contacto con un experto que pueda asesorarte. Existen asociaciones como AEPAE, NACE o ANAR, entre otras muchas, que pueden ayudarte y facilitarte recursos útiles. En esta página puedes encontrar una lista con algunas de las que actúan en territorio español.

Esperamos que este post te haya sido de utilidad. Si te ha interesado, te recomendamos que consultes también los posts 10 cortos antibullying para reflexionar, Decálogo para identificar las altas capacidades en tus alumnos y alumnas y esta entrevista a Nélida Zaitegi.

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1 Comment

  1. 1
    ROSA VIDAL

    EXCELENTE INFORMACION ME INTERESA SABER DE COMO TRABAJAR TEMA DE ADICCIONES, SEXUALIDAD CON ADOLESCENTES Y NIÑOS DE PRIMARIA Y PREESCOLAR. GRACIAS

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