El pasado 10 de febrero nos dejó el dibujante y pintor Victor Ambrus, uno de los ilustradores más respetados y admirados de las últimas décadas. En Vicens Vives tuvimos la suerte de poder contar con su colaboración en una quincena de libros y a lo largo de más de diez años, y nos apena profundamente la pérdida de este gran artista. Con este post, queremos rendirle un merecido homenaje y recordarlo a través de su importante y valiosísima obra.
Victor Ambrus
László Győző Ambrus, más conocido como Victor G. Ambrus, nació en 1935 en Budapest, Hungría, y realizó sus primeros estudios en la Academia Húngara de Bellas Artes. En 1956, a raíz de la revolución contra el gobierno pro-soviético, Victor Ambrus huyó de su país y se dirigió al Reino Unido, donde viviría el resto de su vida y donde más tarde adquiriría la ciudadanía inglesa. En Londres, estudió Grabado e Ilustración en el Royal College of Art gracias a una beca Gulbenkian. Desde los años 60, se dedicó a la ilustración, trabajo que combinó con el de profesor de dibujo en diversos colegios de Bellas Artes y universidades.
Victor Ambrus desarrolló un especial interés y cuidado en la ilustración histórica, dando vida en el papel, tras una intensa tarea documental, a las épocas históricas más variadas. Es por ello que diversas asociaciones arqueológicas se pusieron en contacto con él para que las ayudara a reconstruir, a partir de yacimientos y vestigios arqueológicos, la vida de poblados y asentamientos de diversos periodos históricos, desde la prehistoria hasta épocas napoleónicas. Su colaboración más importante y conocida, en este sentido, fue su participación en el “Time Team”, programa sobre historia de la televisión británica, donde era el encargado de recrear la cotidianidad de distintas épocas o bien acontecimientos especialmente significativos del pasado.
Entre otros reconocimientos, Victor Ambrus mereció la medalla Kate Greenaway y el premio Daler Rowney. Fue además miembro de la Royal Society of Arts y de la Royal Society of Painter-Printmakers.
Ilustrador en Vicens Vives
A comienzos del nuevo milenio, Vicens Vives decidió incorporar en su catálogo tres clásicos de la literatura adaptados por la novelista Geraldine MacCaughrean e ilustradas por Victor Ambrus: El Cid, Moby Dick y los Cuentos de Canterbury.
A partir de este primer contacto, Vicens Vives empezó una fructífera relación con el ilustrador, quien dio forma y color a una quincena de clásicos de la literatura universal, entre los que se encuentran:
- Trafalgar de Benito Pérez Galdós
- Don Quijote de la Mancha y Rinconete y Cortadillo y otras novelas ejemplares, de Miguel de Cervantes
- El Lazarillo de Tormes
- Historia de dos ciudades, de Charles Dickens
- El Conde Lucanor, de Don Juan Manuel
- Los tres mosqueteros, de Alexandre Dumas
- Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain
- El tragaluz e Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo
- La llamada de lo salvaje, de Jack London
- En busca de una patria, adaptación de La Eneida de Virgilio.
El estilo de Victor Ambrus, de trazado vaporoso y coloración impresionista, era no obstante eminentemente clásico en el tratamiento de los temas. Según Francisco Antón, director literario de Vicens Vives, que mantuvo una estrecha relación profesional con Ambrus a lo largo de estos años, era justamente este carácter el que hacía de su estilo «muy apropiado para la ilustración de grandes obras de la literatura universal». Y como dibujante clásico que era, añade Antón, «sus ilustraciones nunca pasarán de moda».
Dibujando la historia
Victor Ambrus tenía un especial don para la ilustración histórica. En una entrevista, explicaba que con 7 u 8 años las batallas históricas eran ya su tema favorito y que, décadas después, todavía seguían siendolo.
No hay duda de que Victor Ambrus era un artista de una poderosa imaginación. Sin embargo, a la hora de recrear el pasado, el ilustrador llevaba a cabo una extensa y minuciosa tarea de documentación. En este sentido, su labor era de un perfeccionismo extraordinario. Francisco Antón recuerda que, para ilustrar Trafalgar, la emblemática obra de Galdós que narra la batalla naval del mismo nombre, Ambrus viajó a Madrid para visitar el Museo Naval y ver las maquetas de las naves, y a Cádiz para conocer de primera mano las ciudades y paisajes en donde transcurre la acción de la novela.
Las ilustraciones de Victor Ambrus, con todo, tienen como gran centro los personajes y la acción, dejando el ambiente en un segundo plano. Los personajes más diversos, dibujados primero con lápiz o bien a tinta con un singular trazo ondulado y coloreados después, cobran vida de su mano, dando fuerza al texto e ilustrándolo con gran fidelidad. Ambrus era, además, capaz de expresar con gran humor algunos de los pasajes más divertidos de los libros que ilustraba, como reflejan perfectamente sus ilustraciones para libros como el Don Quijote de la Mancha, el Lazarillo de Tormes o Los cuentos de Canterbury.
Victor G. Ambrus dio a un buen número de libros de Vicens Vives una formidable fuerza plástica y una personalidad propia, fruto de su talento y de su pasión por el arte y por la historia. Lo hizo, además, según destaca Francisco Antón, con una enorme generosidad, dispuesto siempre a cambiar cualquier detalle para conseguir una mayor adecuación al texto. Con su pérdida, señala Antón, «no solo ha muerto un gran artista, sino una excelente persona y un buen amigo».
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