Los cambios que estamos viviendo en el paradigma educativo, y muy especialmente a raíz de la pandemia, han puesto muchas preguntas sobre la mesa. ¿Cómo queremos que sea la educación del siglo XXI? ¿De qué manera deberían aprender los alumnos? ¿Y qué papel debería jugar el profesor? Para responder a estas preguntas, hemos pedido a tres expertos en el tema que nos digan qué tres cosas no pueden faltar, en su opinión, en el aula del siglo XXI.  

 

Coral Regí

Directora de la escuela Virolai de Barcelona

La educación de las personas que viven y vivirán en el siglo XXI debe garantizar educar a personas preparadas para aprender y recrearse –volverse a crear– a lo largo de su vida. Y eso requiere:

  • Educar personas con gran capacidad de autosuperación y perseverancia, que valoren los errores como oportunidades de aprendizajes, y también creativas, flexibles y con compromiso social.
  • Con las competencias necesarias para continuar aprendiendo a lo largo de la vida.
  • Y que valoren el aprendizaje a lo largo de la vida como una oportunidad de crecer como personas, como profesionales y como ciudadanos. 

 

Antonio Márquez

Maestro de Pedagogía Inclusiva. Actualmente dirijo el proyecto "Aula Desigual". Autor del blog: Si es por el maestro, nunca aprendo

Tras lo vivido durante los dos últimos cursos, hemos tenido la oportunidad de darnos cuenta de que las tres cosas que no pueden faltar en nuestras aulas de cara al futuro son: 

  • Una alta formación del profesorado en competencias digitales y metodologías activas, que les doten de la flexibilidad necesaria para adaptarse ante cualquier situación de enseñanza-aprendizaje. 
  • El replanteamiento de diseños didácticos que se centren en la autonomía y auto-regulación de nuestro alumnado (“aprender a aprender”), la digitalización universal del mismo, con todo el componente de Competencia Digital necesario; y el fomento de la motivación por el aprendizaje que vaya más allá de la recompensa de la nota. 
  • La reconversión de la organización tradicional del aula, tanto a nivel espacial –abandonando el modelo único de aula como espacio de aprendizaje–, como a nivel de prácticas docentes, asumiendo que las programaciones de aula sean responsabilidad compartida, solidaria y subsidiaria de todo el equipo para que cualquier modificación sobrevenida sea asumida y absorbida por todos. 

 

Alfredo Hernando

Psicólogo e investigador. Desde 2013 dirige Escuela21, un proyecto que tiene por objetivo conocer las buenas prácticas de los centros educativos más innovadores alrededor del mundo.

Un aula del siglo XXI es un aula emocionante. Un aula donde aprender, descubrir, organizar y transformar tanto el mundo que nos rodea como a nosotros mismos es divertido, estimulante, esforzado, retador, apasionante; y donde no se confunde aprendizaje con repetición y olvido, sino con comprensión, creación, creatividad y sentido

En este aula, el profesor es un diseñador de experiencias de aprendizaje. Organiza el contenido de acuerdo al orden que logra una mayor implicación de los alumnos, negociando tiempos, modos y herramientas en un proceso puesto al servicio del desarrollo integral, del aprendizaje a lo largo de toda la vida y de la pasión por estar vivo y descubrirte a ti mismo y al mundo en la escuela.  

En estas aulas del siglos XXI y tras todo lo que hemos vivido y estamos viviendo no puede faltar acercar lo más necesario e imprescindible: las miradas de confianza entre compañeros trabajando en cooperativo; las palabras afectuosas del tutor que sabe cómo y qué ha ocurrido en esta semana y por qué hoy es una mañana difícil o la mejor mañana posible; el abrazo y la promesa de volver a ver a los amigos otra vez mañana. Tenemos un gran compromiso para hacer crecer las escuelas en entornos cada vez más híbridos y transmedia; de tecnología vamos a aprendiendo poco a poco, pero respecto a la cercanía, no olvidemos el calor de lo analógico y las bondades y ventajas de ir, presencialmente, al mejor edificio de aprendizaje de nuestras vidas: la escuela.

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