Marie Duru-Bellat
Marie Duru-Bellat es una socióloga e investigadora francesa especializada en educación. Es doctora Honoris Causa por la Universidad de Ginebra y la Universidad de Lieja. Sus trabajos se ocupan del análisis de las desigualdades sociales y de género en la educación, centrándose especialmente en los valores e intereses del sistema educativo francés.
¿Qué es para usted la desigualdad educativa?
Entiendo la desigualdad educativa como aquella que solo es beneficiosa para una parte de los estudiantes, mientras que para otros, puede resultar perjudicial. Es decir, aquella educación en que algunos niños y niñas descubren que en la escuela aprenden cosas interesantes, desarrollan sus capacidades y progresan, pero en la que también se dan casos de alumnos, que se sienten incapaces de apreciar las asignaturas y no progresan como sus compañeros. Esto hace que estos últimos se sientan diferentes y que se les pueda llegar a poner “etiquetas” que les persigan durante muchos años.
¿La educación actual promueve este tipo de desigualdades?
El sistema escolar considera a todos los alumnos como iguales. No obstante, como apuntan las teorías educativas desarrolladas por los sociólogos franceses Bourdieu y Passeron, “la escuela reproduce la desigualdad y la dominación: la forma en la que se ejerce la transmisión cultural explica que determinados grupos tengan garantía de éxito o fracaso”. Por tanto, la escuela discrimina ciertos aspectos que en muchas ocasiones son culturales, considerando como universal la cultura dominante. Por esta razón, el sistema educativo debe contemplar la diversidad social y cultural de los niños y niñas que coinciden en las aulas, para minimizar las diferencias que puedan existir entre estudiantes.
¿Cuáles son las desigualdades más habituales en las escuelas?
Generalmente la desigualdad más habitual tiene que ver con la capacidad de aprendizaje de cada alumno, que además se puede acentuar a través de su rendimiento, que se acaba reflejando en forma de notas. Asimismo, otro factor de desigualdad lo encontramos en la disparidad de recursos y los distintos climas de trabajo que existen entre escuelas.
¿Cómo deberían evaluar las escuelas a sus estudiantes para evitar desigualdades?
Las escuelas no deben dejar de evaluar, pero tenemos que prestar mucha atención a la manera en la que nos comunicamos con los alumnos, especialmente con aquellos que pueden estar estigmatizados bajo la sombra del fracaso escolar. Es fundamental saber transmitir determinados mensajes, ya que el estudiante no debe tener nunca la sensación de que es incapaz de desarrollar una tarea de forma correcta. Hay que evitar todo aquello que no ayuda al progreso de los alumnos y que puede acabar provocando que algunos de ellos se sientan desmotivados para aprender.
¿Y los profesores qué pueden hacer para evitarlas?
Ellos son una parte fundamental para evitar la desigualdad dentro de la escuela. Es muy importante que aprendan psicología social y que tomen conciencia de la influencia que pueden llegar a ejercer entre sus alumnos, ya que para la mayoría de ellos son modelos a seguir.
¿La desigualdad escolar tiene relación con la educación que reciben en casa los niños y niñas?
Efectivamente. Sobre todo por lo que respecta al estigma social y de género que tienen las diferentes culturas. Los alumnos crecen en entornos desiguales y, por lo tanto, la educación que reciben en sus casas es diferente. Hay niños que aprenden a pensar rápidamente, tienen más ambiciones, se comunican abiertamente con sus padres… En cambio, hay otros que no. Los niños y niñas viven experiencias opuestas en sus núcleos familiares, lo que en algunos casos puede ser una ventaja y, en otros, un obstáculo en la escuela.
¿Estas desigualdades se muestran por igual en todos los países?
Es complicado generalizar, ya que las realidades y contextos de cada país pueden llegar a ser muy distintos. Lo que sí es cierto es que nos encontramos con ejemplos de países como Canadá y Japón, que nos demuestran que, a pesar de existir desigualdades sociales entre los alumnos, sus sistemas educativos son capaces de equiparar, en gran medida, los resultados de sus estudiantes.
¿Cómo pueden trabajar conjuntamente familia y escuela para evitar desigualdades?
La función de las familias en casa es indispensable para los niños y niñas. Es muy importante que en el hogar se fomente la comunicación y el debate para minimizar el impacto de las desigualdades en la escuela. Promover un equilibrio entre familia y colegio es una de las claves para evitarlas.
¿Durante la pandemia se han visto agraviadas estas desigualdades?
Todavía es muy pronto para extraer conclusiones significativas y hablar del aumento de desigualdades durante la pandemia, pero es muy probable que sí. Sobre todo en el caso de los estudiantes más pequeños, que no han recibido mucha ayuda en sus casas, en comparación con otros niños, de su misma edad, que sí han podido ser atendidos. No obstante, aunque las desigualdades puedan haberse visto intensificadas por el confinamiento, la vida escolar es larga y podemos esperar que esta brecha vaya menguando con el paso de los años, si las escuelas ponen de su parte.
En su último libro, publicado con François Dubet, habla de que las desigualdades amenazan la cohesión social y la propia democracia. ¿A qué se refiere?
En este trabajo apuntamos que la desigualdad en la educación puede ser perjudicial para la sociedad, porque los “menos educados” están cada vez más estigmatizados, mientras que los “mejor educados” se sienten más legitimados para tener acceso a puestos socioeconómicos más elevados. Los primeros difícilmente intervienen en el debate social y político, mientras que los que están mejor preparados, acaban conformando una clase social específica.
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