¿La autoevaluación es una buena estrategia para conocer el propio proceso de aprendizaje? ¿Permite atender los diferentes ritmos de aprendizaje? ¿Facilita que los alumnos y alumnas sean más autónomos y responsables con su aprendizaje?
¡La autoevaluación tiene infinidad de beneficios que influyen en el aprendizaje de nuestros estudiantes y, por ello, hemos querido preguntar a tres expertos qué destacarían de este sistema de evaluación!
Javier Bahón
CEO de TUinnovas Lab Educativo. Co-director del Centro de Aprendizaje Cooperativo
La tradición que hemos recibido, vivido y aprendido sobre la evaluación es equiparable a una especie de juicio de un experto encomendado, sobre si, estamos o no capacitados para seguir avanzando en el sistema educativo reglado. Siendo lo aprendido, es también lo que se estima como lógico dentro de nuestra cultura y, por lo tanto, lo que se sigue haciendo mayoritariamente.
La reflexión pedagógica establece criterios más profundos en cuanto al fin de la evaluación; criterios que se apoyan más en aquello que sirve para el verdadero desarrollo de la persona y, más aún, en quién debe encargarse de ello.
Una evaluación es un continuo de reflexiones en las que nos paramos para ver qué va bien en el proceso de aprendizaje y qué no está funcionando. La finalidad es, mantener lo primero y buscar cambios efectivos para lo segundo. ¿Quién debe encargarse de ello?
Al principio, el profesor -guía, mediador- será quien mejor preparado puede estar para ello, con una clara visión, la de ir entregando las riendas al propio alumno; éste es el camino de la autonomía.
Las personas sólo pueden llegar a actuar con autonomía y seguridad cuando se sientan capaces de autorregularse; lo contrario son personas heterónomas o dependientes, cuya etapa adulta puede seguir en el mismo estado; el de necesitar siempre a alguien que les diga qué hacer, qué no hacer, cuándo lo hacen bien y cuándo mal.
La autoevaluación es un camino hacia la autogestión y la libertad, tanto emocional como racional; es decir, humana.
Juan Manuel Álvarez
Catedrático de Didáctica en la Facultad de Educación de la UCM desde 1977. Experto en evaluación educativa.
Conviene aclarar que a la autoevaluación no se llega espontáneamente. Parte de la propia concepción de lo que es la enseñanza y de lo que es el aprendizaje. Así, si un profesor cree que los alumnos aprenden porque él les enseña, lo lógico es que piense que a la hora de evaluarlos sea él mismo quien lo haga puesto que él ha asumido esa función.
Otra visión distinta que debe llevar a un posicionamiento radicalmente diferente es la del profesor que parte de la idea de que quienes aprenden –los alumnos- tienen algo que decir de su propio aprendizaje, es decir, se implican en el mismo proceso.
La autoevaluación en este segundo caso llega como consecuencia lógica del punto de partida. Si quien aprende es responsable de su propio aprendizaje es lógico que a la vez sea responsable, o cuando menos, corresponsable de su evaluación. Ahí radica la justificación básica de la autoevaluación.
¿Beneficios?
- Asunción y ejercicio de la responsabilidad. La evaluación misma se convierte en recurso de aprendizaje a la vez que medio que garantiza el progreso continuo y sostenido.
- La evaluación incorpora en su práctica el componente ético, hoy por hoy opacado por el afán puesto en la objetividad cuantificada mediante recursos de medición y de calificación, que poco tendrían que ver con una evaluación educativa (auto)proclamada formativa.
- En otra dimensión la autoevaluación contribuye a romper barreras de desconfianza entre quien enseña y quien aprende, asumiendo que en procesos de formación ambos están obligados a entenderse.
María Amparo Calatayud
Profesora titular de universidad. Departamento de didáctica y organización escolar. Universidad de Valencia.
Quisiera evidenciar que la autoevaluación es la estrategia por excelencia para educar en la responsabilidad y para aprender a valorar, criticar y a reflexionar sobre el proceso de enseñanza y aprendizaje realizado por el estudiante.
A lo largo de mi experiencia profesional me he dado cuenta que los beneficios que presenta la realización de una auténtica autoevaluación son, especialmente, los siguientes:
- Es uno de los medios para que el estudiante conozca y tome conciencia de cuál es su progreso individual en el proceso de enseñanza y aprendizaje.
- Ayuda a los discentes a responsabilizarse de sus actividades, a la vez que desarrollan la capacidad de autogobierno.
- Es una estrategia que permite al docente conocer cuál es la valoración que éstos hacen del aprendizaje, de los contenidos que en el aula se trabajan, de la metodología utilizada, etc.
- Es un factor básico de motivación y refuerzo del aprendizaje y posibilita la autonomía y autodirección del estudiante.
- Es una estrategia que puede sustituir a otras formas de evaluación: examen, control, etc. Además para atender a la diversidad es necesario utilizar diferentes instrumentos evaluativos para tratar de valorar la progresión de las capacidades de cada alumno. La autoevaluación puede ser una estrategia más en ese proceso de valoración, etc.
En definitiva, de todos los beneficios que he comentado anteriormente, destacaría, principalmente, que la autoevaluación posibilita al discente reflexionar sobre su progreso, sus fortalezas y debilidades en sus logros y, lo más importante, le ayuda a mejorar y a favorecer su crecimiento personal. Si ello, es así, por favor, profesorado: «no hagamos de la autoevaluación una práctica olvidada en nuestras aulas».
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