“¿Por qué llueve? ¿Cómo se hacen los bebés? ¿Por qué el cielo es azul? ¿Qué es la muerte?…” Hay estudios que calculan unas cien preguntas al día en menores de 6 años. La insaciable curiosidad en la etapa de las preguntas es todo un reto para padres y madres.
Donde decimos reto, podríamos hablar de apuro, ¡e incluso de fatiga! Sin embargo, tienen un papel fundamental en el desarrollo de los más pequeños. Precisamente, entre los 3 y los 6 años aproximadamente, tiene lugar el desarrollo del lenguaje y las preguntas son su gran motor.
Por eso, son su puente con el mundo que está descubriendo, pero también una manera de jugar con el propio lenguaje, que también están empezando a conocer. Eso quiere decir que la etapa de las preguntas es una valiosa oportunidad educativa.
Sean más simples o más abstractas, debemos ofrecer una respuesta sencilla, con una actitud lúdica, y si es necesario buscar entre los dos respuestas. Situaciones difíciles como la pandemia, suelen ser motivo de preguntas, y podemos apoyarnos en materiales que permitan que sean ellos mismos quienes lleguen a responderlas.
Sus preguntas, a veces reiterativas o formuladas en momentos en los que no podemos atenderlas, son también una muestra de confianza y apego hacia nosotros. ¡No las despreciemos o ignoremos!
7 oportunidades educativas en la etapa de las preguntas
Teniendo en cuenta todo ello, te queremos explicar diferentes beneficios educativos, intelectuales y emocionales, que podemos extraer de aprovechar la etapa de las preguntas. 7 puertas a la educación y el crecimiento desde los primeros años.
- Estimular la búsqueda
Es sobre todo una gran oportunidad educativa: la etapa de las preguntas es la puerta que los más pequeños abren a la curiosidad y las ganas de saber más. Una puerta que lamentablemente, se suele cerrar a partir de los 6 años.
Por eso, nuestra participación es importante. Se trata de un momento crucial no sólo para aprender cosas nuevas, sino para enriquecer el vocabulario con las respuestas que les damos.
- Alimentar la comunicación
Las preguntas son para saber cosas que no se saben, pero no sólo para eso. También son para participar, reclamar nuestra atención y saber que estamos ahí. Por eso en este momento es más importante el propio proceso de diálogo que el contenido que le transmitimos.
- Reforzar los límites
La etapa de las preguntas coincide con un momento en el la conciencia de la propia identidad está consolidada y a partir de ella se lanzan a experimentar. En este sentido, es el momento de marcar pautas, pero que eso no implique cerrar la puerta a esas preguntas.
- Acompañar en el aprendizaje
Muchos de los puntos anteriores se resumen en el proceso de acompañamiento que debe vivir la etapa de las preguntas. En este sentido, es lógico que no tengamos las respuestas a todas las preguntas. ¡Busca con los más pequeños material para investigar y aprender juntos!
- Despertar el pensamiento crítico
Nuestra tendencia inmediata ante las preguntas de los más pequeños es procurar dar (o encontrar) una respuesta rápida. Sin embargo, lo más importante es avanzar juntos en las preguntas, para llegar a más preguntas (y no tener prisa por llegar a una respuesta). Esa es la mejor lección de pensamiento crítico que pueden recibir a esa edad.
- Fomentar la creatividad
Tanto la creatividad como el cuestionamiento de la realidad, y herramientas como el pensamiento lateral para la resolución de problemas, se alimentan de nuestra capacidad para preguntar. De hecho, en la etapa de las preguntas se ponen los cimientos de todo eso.
- Transmitir valores
Muchas de las cosas que inquietan y asombran a niños y niñas en la etapa de las preguntas, nos permite transmitirles valores sin necesidad de dar sermones. Más que para responder, para reflexionar juntos sobre qué está mal y qué está bien, qué nos hace felices o cómo debemos relacionarnos con los demás.
Si te ha resultado interesante, no te pierdas Herramientas para desarrollar el pensamiento crítico o 6 actividades en librerías infantiles. ¡Mucho más que libros!
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