Dos fuertes terremotos sacudieron el sureste de Turquía y el norte de Siria el 6 de febrero. En apenas 30 segundos, miles de edificios quedaron convertidos en ruinas. Dos días después, se siguen sucediendo las réplicas y el número de personas muertas a fecha de 8 de febrero asciende a 11.500.
Qué está pasando?
El primer seísmo, de 7,8 grados, se produjo a las 4 de la madrugada del 6 de febrero. 9 horas después, otro terremoto de 7,6 grados volvía a sacudir la zona. La intensidad de los temblores fue tan grande que se sintió en 14 países. La reacción de la comunidad internacional ante la catástrofe ha sido inmediata.
La sociedad civil se organiza para mandar ayuda humanitaria y muchos países han enviado equipos de rescate para colaborar con los rescatistas locales. 48 horas después, trabajan a contrarreloj para sacar a las personas que siguen con vida entre los escombros.
Además de la inmensa destrucción, la población y los equipos de rescate se enfrentan al mal tiempo y al peligro de las numerosas réplicas (más de 300), algunas de gran intensidad, como la producida la tarde del 8 de febrero, de 5,1 grados. Por esto y por el gran número de personas todavía desaparecidas, se prevé que el número de víctimas mortales sea mucho mayor.
Sitúate: un poco de contexto
Los terremotos se producen como resultado del movimiento constante de las placas tectónicas, grandes placas rocosas que conforman la corteza superior de la Tierra. La mayoría ocurren en zonas sísmicas o fallas geológicas, puntos en los que estas placas se rozan o chocan.
Cuanta más tensión se acumula entre las placas, más potentes son las ondas sísmicas y más destructivos los temblores. Los de febrero de 2023 no son los primeros grandes terremotos que se producen en la región fronteriza entre Turquía y Siria. En 1939, un seísmo causó 32.000 víctimas, y en 1999, 17.000.
Se trata de una de las zonas sísmicas más activas del mundo, pues se encuentra en la convergencia de 4 placas tectónicas y dos grandes fallas.
¿Cuál es su impacto?
La potencia del seísmo y la construcción deficiente de muchos edificios, que no eran sismorresistentes, explica la enorme destrucción. El resultado son miles de personas heridas, que han perdido sus hogares y a sus seres queridos.
La tragedia se reparte entre los dos países, pero en Siria llueve sobre mojado, pues la guerra asola el país desde 2011. Numerosos edificios de la zona afectada por el terremoto ya estaban destruidos por las bombas y muchas de las personas que han perdido sus casas eran ya desplazadas de guerra.
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