El pasado 5 de marzo la ONU aprobó un acuerdo histórico: el Tratado Global de los Océanos. Es el primer pacto internacional para la conservación y uso sostenible de la biodiversidad marina en alta mar. ¿Por qué es tan necesario? ¿Qué propone? ¿Cómo nos afecta?
Qué está pasando
193 países se han puesto por fin de acuerdo en proteger los océanos, ¡tras 17 años de negociaciones! El entusiasmo de la comunidad científica y las organizaciones ecologistas es comprensible, pues la situación es preocupante.
Este Tratado es imprescindible para proteger la vida marina en el 30% de las aguas internacionales (hasta ahora solo estaba protegido el 1,5%). Es urgente revertir los efectos provocados por las actividades humanas: contaminación, degradación y pérdida de biodiversidad.
El uso de los recursos de alta mar tiene también efectos económicos y sociales. De ellos dependen la vida y subsistencia de millones de personas y el reparto injusto de los beneficios obtenidos de los fondos marinos provoca desigualdad.
Sitúate: un poco de Historia
Proteger los océanos es una meta y una tarea pendiente desde hace décadas. Un ejemplo es el ODS 14: Conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos. Las aguas internacionales o alta mar son aquellas que no están controladas exclusivamente por ningún Estado. Representan más del 60% de los océanos, casi la mitad del planeta.
Se regulan en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, un tratado de 1982 que las declara patrimonio común de la humanidad y da libertad para navegar, sobrevolar, tender cables y tuberías submarinas, construir instalaciones, realizar investigaciones científicas y pescar. Esta libertad las ha desprotegido frente al aprovechamiento, sin límites y poco sostenible, de unos pocos países y grandes empresas. Sus intereses han sido un obstáculo para alcanzar este acuerdo.
Cuál es su impacto
El Tratado establece cómo se pueden usar estas aguas (por ejemplo para la pesca industrial). Por una parte, permite crear santuarios oceánicos, zonas marinas especialmente protegidas. Por otra, exige estudiar el impacto ambiental de las actividades que explotan el subsuelo marino, como la minería submarina, el tendido de cables o tuberías o la instalación de energías renovables. Regula también el uso de los recursos genéticos obtenidos de especies en aguas internacionales, para un reparto más equitativo de beneficios.
A partir de ahora, nos pertenecen a todos. Además, promueve la cooperación entre países para proteger los océanos. Aunque veamos la alta mar como algo lejano, el impacto de este Tratado es enorme. Los océanos son fuente de recursos y salvavidas frente al calentamiento global. Lo reducen porque absorben aproximadamente el 23% del CO2 producido por la acción humana. Además, los ecosistemas oceánicos representan el 95% de la biosfera del planeta y producen la mitad del oxígeno que respiramos.
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