William Dylan

William Dylan es pedagogo y profesor emérito del Instituto de Educación de la Universidad de Londres. Ha focalizado sus trabajos de investigación en la evaluación formativa. Durante su carrera académica ha escrito varios capítulos, artículos y libros, entre ellos, Inside the Black Box, una revisión de la investigación realizada junto con Paul Black en 1998 sobre evaluación formativa, del que han vendido más de 100.000 ejemplares.

De su etapa escolar, William Dylan recuerda que uno de sus maestros organizó una especie de gimnasio dentro del colegio y que, a pesar de que a él no le gustaba mucho el deporte, decidió unirse a los entrenamientos, porque el recreo era muy largo y el profesor que promovía la actividad le caía muy bien. Estuvo levantando pesas durante varios años, una hora todos los días y cuando quiso darse cuenta, era más fuerte y ágil que el resto de sus compañeros, por lo que empezó a jugar a rugby y a practicar atletismo. Al cabo de 40 años, le invitaron a dar un discurso en su antigua escuela en el marco de una ceremonia de entrega de premios, durante la cual descubrió, con emoción, que el salón en el que se encontraba había sido bautizado en honor a su antiguo profesor.

¿En qué consiste la evaluación formativa?

Es un tipo de evaluación que no se centra únicamente en medir y calificar la enseñanza, sino que se focaliza en analizar información, para conocer los procesos de aprendizaje y los niveles de avance de los alumnos. Con esta metodología se valora desde un primer momento el desarrollo de competencias, y permite que se puedan modificar algunas prácticas educativas durante el curso.

¿Cuál es su objetivo?

El objetivo es que en las aulas se reflejen los logros de los estudiantes. De lo que se trata es de que los resultados obtenidos puedan ser interpretados y utilizados por los profesores para mejorar la toma de decisiones. Asimismo, con la evaluación formativa los maestros cuentan con un abanico más amplio de conocimiento, con el que pueden guiar mejor y adecuar la enseñanza de forma individualizada, en función de los diferentes ritmos y necesidades de cada uno de sus alumnos.  

¿Qué ventajas aporta?

El beneficio principal es que podemos observar detalladamente a los alumnos, con el fin de conseguir un mayor rendimiento. Actualmente, este tipo de evaluación es el mejor modelo que tenemos para enriquecer la capacidad de estudio del alumnado, gracias a que se tiene el control exacto de cuánto y a qué velocidad aprenden los estudiantes, lo que nos proporciona las herramientas adecuadas para trabajar y prosperar.

¿Cuáles son las claves que la definen?

Destacaría cinco estrategias para definir la evaluación formativa. La primera, se centra en aclarar, compartir y comprender las metodologías de aprendizaje y los criterios que se utilizan. La segunda en obtener alguna evidencia de que se están adquiriendo conocimientos. Seguidamente hace falta proporcionar un feedback a los alumnos para que puedan avanzar. La cuarta estrategia contempla activar a los estudiantes, para que mediante los trabajos en grupo obtengan recursos y se retroalimenten entre ellos. Y, finalmente, la evaluación formativa debe facilitar que los estudiantes sean dueños de su propio aprendizaje y capaces de detectar sus puntos fuertes y débiles.

¿Qué aspectos deben tener en cuenta los profesores para aplicar este tipo de evaluación?

Para mejorar este tipo de evaluación es importante que los profesores sean conscientes de que cuando hacen preguntas a un grupo de estudiantes, únicamente los más seguros de sí mismos se atreverán a contestar dentro del aula y que, posiblemente, los más introvertidos, quedarán en segundo plano. En este sentido, deben tener en cuenta que no se podrán tomar decisiones que engloben a todos los estudiantes, ya que, si únicamente intervienen algunos de ellos, las necesidades integrales de aprendizaje no quedan reflejadas.

¿Cómo se implementa en un aula?

Los profesores siempre han utilizado lo que podemos considerar como «exámenes de comprensión» para conocer el aprendizaje de sus estudiantes, pero pensar que  simplemente con esto se puede conseguir un proceso de evaluación no es correcto. El compromiso con la evaluación formativa implica tener un conocimiento más amplio de los estudiantes, para que los maestros obtengan la máxima información de todo el grupo. Es importante incorporar controles de conocimientos profundos para lograr respuestas que evidencien la comprensión del temario impartido. Trabajar intensamente con los alumnos y sus necesidades conducirá a tomar mejores decisiones y, por lo tanto, a mejorar el aprendizaje.

¿Considera adecuados los métodos de evaluación que se están aplicando actualmente en las escuelas?  

Pienso que no son los métodos adecuados. Cualquier sistema de evaluación siempre perjudica, en mayor o menor medida, a algún estudiante. No hay un modelo perfecto, existen circunstancias y contextos que pueden favorecer más o menos la aplicación de una técnica u otra. No obstante, el método de evaluación debe estar equilibrado en función de cinco principios básicos.

¿A qué principios se refiere?

En primer lugar, a un principio distribuido, que debe estar enfocado a que la recopilación de las notas evaluativas esté repartida a lo largo del curso escolar, para poder medir la evolución del estudiante. Por otra parte, se debe contemplar un principio sinóptico, es decir, la enseñanza debe ser clara, rápida y resumida, para facilitar el aprendizaje. El tercer principio debe fundamentarse en abordar un temario suficientemente profundo, para que garantice un aprendizaje que cubra todos los aspectos esenciales. Además, debe ser manejable, para que los recursos que se apliquen sean proporcionales a los beneficios que generan. Y, por último, el aprendizaje basado en la confianza, en que todas las partes implicadas estén seguras de los resultados que obtendrán.

El aprendizaje cooperativo es una de las formas de aprendizaje con las que ha trabajado. ¿Cómo lo definiría?

El aprendizaje en grupo se puede definir como una situación en la cual los estudiantes trabajan juntos y adquieren conocimientos. Sin embargo, el aprendizaje grupal efectivo es aquel en que cada miembro del grupo aprende lo que necesita aprender. Basándome en el trabajo de Robert Slavin y los hermanos Johnson, considero que el aprendizaje en grupo se da cuando existen metas grupales, pero cuando también existe una responsabilidad individual. El trabajo de cada persona debe ser visible y cuantificable para el resto del equipo. En otras palabras, hemos de poder visualizar si un estudiante no se implica, ya que esta situación, puede repercutir negativamente en el trabajo global.

¿La tecnología puede jugar un papel importante en el aprendizaje?

Estoy seguro de que la tecnología ayudará en un futuro a estudiantes y profesores y facilitará el aprendizaje. Actualmente es muy útil para enseñar a un número elevado de estudiantes que no caben en una misma aula o para dar clases de manera remota. Sin embargo, en algunas ocasiones, la tecnología tiende a interponerse en el camino del alumnado, descentrándolos del foco principal. 

Por último, usted trata habitualmente sobre éxito escolar. ¿Cómo podemos promoverlo?

De entrada, fomentando una cultura en la que todos los profesores estén de acuerdo en que deben mejorar, no porque no sean lo suficientemente buenos, sino porque pueden ser aún mejores. Y, en segundo lugar, logrando que los docentes comprendan que deben centrarse en  cambiar su manera de enseñar para que su práctica tenga un mayor beneficio en sus estudiantes, lo que, según mi opinión, está directamente relacionado con implementar la evaluación formativa en el aula.

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