La práctica musical está relacionada con el desarrollo cognitivo, social y emocional. Por eso los expertos a los que hemos preguntado tienen muy claro que la música en el aula tiene muchos beneficios y no debería cuestionarse su presencia en el aula. Estas son sus opiniones:
Maria Eugènia Arús Leita
Pianista y compositora. Profesora de la facultad de Educación de la Universitat de Barcelona.
Se quitan las sillas, se arrinconan las mesas, cambia el espacio, aparecen instrumentos musicales, suena la música… La atención se renueva y el pensamiento artístico se activa.
Sí, la educación y/o experiencia musical en la escuela es imprescindible. A través de la educación musical descubrimos el arte, escuchamos de forma creativa, percibimos a través del movimiento el mundo sonoro que nos rodea, captamos la emoción de un producto y la de su creador o intérprete y así mismo comprendemos lo abstracto.
Tampoco podemos olvidar que aprendemos a conocernos ya que nos situamos en las artes del tiempo donde la reacción, la ejecución y planificación de los actos se encuentran sometidos al tiempo y vinculados fuertemente a la emoción. Progresamos sin darnos cuenta nuestra sociabilidad, descubrimos otras culturas y la propia, desarrollamos nuestra sensibilidad y experimentamos estéticamente el mundo, practicamos procesos creativos, nos comunicamos de forma artística, ejercitamos el pensamiento crítico y, porqué no decirlo, aprendemos a “ser”.
¿Existe alguna forma más completa de aprender, desarrollarse y crecer? Por favor, situemos la educación musical y artística en la escuela en el lugar que se merece y ¡avancemos!
Josep Alsina Masmitjà
Profesor de Didáctica de la Música en la Facultad de Educación de la Universitat de Barcelona y vicedecano de Calidad, Transferencia y Relación con la Sociedad.
En el aprendizaje de la vida y para la vida, lo que llamamos competencial, se activan muchos aspectos relacionados con la cognición pero también se activan otras dimensiones como las habilidades, los valores, las emociones… La música, como decía Small, es celebración y conexión social. ¿Qué sociedad seríamos sin estos factores? ¿Qué sociedad queremos?
Es importante que la música, y sobre todo desde la perspectiva de hacer música en conjunto, esté presente en el aula porque conecta una de nuestras partes emocionalmente más íntimas, con la intimidad emocional y creativa de las personas con las que compartimos. Cuando estamos en esta situación, estamos celebrando y socialmente conectados. Solo hace falta mirar a los ojos del niños, del joven o del adulto que canta.
Pero además, situándonos al margen de estándares y de ránkings, la música en general y la educación musical en particular, potencian aquello que más anhelamos en el ámbito de los profesionales de la educación; dar cabida a diferentes manera de aprender atendiendo a la diversidad de estilos de aprendizaje, estimular la creatividad y construir un currículum basado en un desarrollo humano completo e integral que abra oportunidades para todo el mundo.
Sergio Blardony
Compositor con diversos premios internacionales y un catálogo de más de 90 obras, especialmente volcado en la relación de la música con la palabra en un contexto escénico.
Yo daría la vuelta a la pregunta, y la formularía así: ¿cuál es la razón por la que la música no debería estar en el aula? Con ello, de algún modo, quiero denunciar que vivimos un momento y en un país en el que parece que todo lo que tiene que ver con el arte sólo puede ser observado como una forma de pasar el tiempo o bien como una actividad que tiene un peso en el PIB y, por tanto, debe tener profesionales que permitan hacer funcionar el mercado.
La idea de la formación como vehículo para «construir» al ser humano es algo, admitámoslo, fuera del pensamiento de los políticos que hacen las leyes. Igualmente, la idea de una cultura que «construye» país, se encuentra en total crisis. Según la situación actual, todo debe tener una función, sea en el plano económico (entretenimiento) o en el laboral (mercado).
Desde mi punto de vista, la música, en sí, desde una perspectiva estética (que es la única que me importa), no es funcional, «no sirve para nada». Sin embargo, es normal que todo aquél al que preguntes si la música es necesaria, en sí misma, responda «por supuesto».
Entonces, parece claro -como decía al principio- que no se trata de cuestionarse si la música debe estar presente en el aula o no, sino más bien cómo debe hacerse. Y esto excede con mucho estas líneas, aunque creo firmemente que, una vez que se consiguiera entender lo primero, debería abordarse, sin dilación, lo segundo.
También te puede el artículo de opinión de Joan Cuscó Música y creatividad en el desarrollo cognitivo y emocional o 6 beneficios de la música en los más pequeños.
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