Este domingo, 21 de marzo, se celebra el Día Mundial del Síndrome de Down, una conmemoración con la que se pretende concienciar y sensibilizar a la población sobre esta condición y sobre la importancia de construir una sociedad más integradora en la que todas las personas puedan vivir con dignidad. Para celebrarlo, en Vicens Vives, con la colaboración de la Fundación Itinerarium, hemos hablado con el exseleccionador de la selección española de fútbol Vicente del Bosque, padre de un hijo con síndrome de Down, para visibilizar la importancia de una educación inclusiva. ¡Puedes encontrar el vídeo de la entrevista al final de este post!
Alumnos con Síndrome de Down: ¿Por qué es importante una educación inclusiva?
En la vida de todas las personas, la etapa de escolarización es un momento fundamental en el que se desarrollan las herramientas necesarias para vivir dentro de la comunidad y con la mayor plenitud posible. En el caso de las personas con síndrome de Down, esto es todavía más cierto si cabe, pues de una adecuada escolarización –siempre ajustada a sus necesidades– dependerá que puedan integrarse correctamente en la sociedad y ganar una autonomía que para ellos es fundamental. Así, pues, el desarrollo de las habilidades necesarias para llegar a ser adultos independientes y con la debida autoestima, capaces de desempeñar un trabajo y de valerse por sí mismos, dependerá fundamentalmente de su educación en los años escolares.
Para que esta educación sea completa y adecuada, es importante que los alumnos con Síndrome de Down puedan compartir clase y espacios con otros alumnos sin ninguna afectación. Diversos estudios han mostrado que los niños con trisomía 21 que acuden a centros ordinarios –siempre con las debidas medidas pedagógicas o en regímenes especiales– muestran mayores habilidades en lenguaje y lectoescritura y mayor independencia que los que no lo hacen.
Ventajas de una educación inclusiva para las personas con síndrome de Down
Asistir a escuelas inclusivas tiene importantes ventajas tanto para los alumnos con síndrome de Down como para el resto. Estas ventajas, en el caso de los alumnos con trisoma 21, serían principalmente:
- Desarrollo de las competencias prácticas que van a necesitar a lo largo de su vida, tanto simbólicas (el lenguaje) como tecnológicas. Hasta hace relativamente poco, se pensaba que las personas con este síndrome no eran capaces de leer, pero hoy sabemos que no solo pueden hacerlo, sino que pueden llegar a hacerlo incluso como fuente de placer en algunos casos.
- Fomento de las competencias sociales: Saber sociabilizar con los demás de manera adecuada es una habilidad muy importante para los alumnos con síndrome de Down. Interactuar con otros niños puede permitirles desarrollar habilidades fundamentales como la empatía, la resolución pacífica de los problemas o la cooperación.
- Desarrollo de la autonomía: aprender a valerse por sí mismos (siempre bajo la supervisión del profesor) en un contexto de la mayor normalidad posible ofrece a estos alumnos una lección muy valiosa que les servirá en su futuro.
- Puesto que las personas con síndrome de Down aprenden en gran medida por imitación, moverse en un ambiente normalizado junto a otros niños y niñas les brindará las herramientas necesarias para desenvolverse en el seno de una comunidad.
- Mejora de la autoestima: El hecho de poder compartir, dentro de lo posible, rutinas con otros niños, les permitirá relativizar su situación específica y lograr de esta manera una mayor autoestima.
Al mismo tiempo, la convivencia inclusiva también tiene importantes beneficios para el resto de los alumnos. El más importante es el de aprender a respetar la diferencia: entender que hay gente diferente y convivir con ella es una de las grandes virtudes de la escuela, y convivir con otros niños con necesidades especiales es una gran enseñanza en este sentido. Por otro lado, muchas de las estrategias pedagógicas que los alumnos con esta condición requieren (por ejemplo: la descomposición de los conceptos más complejos en partes, la repetición y repaso de lo ya aprendido, el uso de metodologías didácticas activas…) son tan beneficiosas para ellos como para el conjunto de alumnos de la clase.
Pautas para una inclusión positiva
Si bien los alumnos con síndrome de Down trabajarán por separado con los especialistas que precisen para superar dificultades específicas como las logopédicas, es importante que los docentes que los tengan en sus aulas tengan en consideración sus necesidades. Para ello, una buena formación es fundamental, pero aquí te damos algunas pautas orientativas que pueden serte útiles:
Procura ver al alumno más allá del síndrome:
La trisomía genética del cromosoma 21 que produce el síndrome de Down puede manifestarse de maneras muy distintas. Si bien las personas afectadas por esta condición suelen parecerse físicamente, los efectos en la personalidad y en las habilidades pueden ser bastante dispares. Por ello es importante fijarse en el niño o en la niña en concreto y estudiar sus necesidades, que pueden ser significativamente diferentes de las de otro alumno con síndrome de Down.
Ten en cuenta sus puntos fuertes y débiles:
Una vez hayamos considerado sus condicione específicas, podemos centrarnos en aquellos aspectos que son más o menos constantes en los alumnos con este síndrome. Sabemos, por ejemplo, que las personas con esta condición tienden a aprender mejor a partir de imágenes y a través de la imitación; que, por el contrario, su capacidad de abstracción es bajo; que presentan dificultades para seguir discursos de más de 10 minutos; y que su memoria es menor que la de los demás niños. De lo que se trata, pues, es de aplicar estrategias didácticas que permitan superar estas barreras: apoyarse en imágenes y pictogramas, procurar que las explicaciones sean lo más breves posibles, trabajar directamente con objetos siempre que sea posible, y abordar el mismo contenido desde diferentes perspectivas a fin de reforzarlo y consolidarlo. Estas estrategias pueden resultar además beneficiosas para el resto del alumnado.
Trata al niño como uno más, pero siendo consciente de sus límites:
Es importante normalizar la situación. Si se trata al alumno con síndrome de Down desde la compasión, este lo va a percibir y la situación va a ser complicada y negativa para el alumno y para el docente: para este, porque el niño va a ser más difícil de controlar, y para aquel, porque la situación afectará a su autoestima y a su aprendizaje. El niño o niña debe ser tratado, pues, dentro de lo posible, como los demás niños. Ahora bien: esto no significa olvidar sus limitaciones: debemos tener muy claro qué podemos pedirle y qué no, porque si el alumno no puede alcanzar los objetivos establecidos sentirá ansiedad y frustración.
Revisa el contenido curricular y adaptarlo:
Es muy importante tener claro qué queremos enseñarle al alumno con síndrome de Down. El objetivo esencial es que, a la larga, pueda convertirse en una persona autónoma y capaz de usar las herramientas necesarias para su día a día. Dado que el ritmo de aprendizaje de las personas con trisomía 21 es más lento que para el resto de alumnos, es importante establecer prioridades, por lo que debemos hacer el ejercicio de preguntarnos: ¿esto le será de utilidad en su futuro?
Trabaja las emociones:
Este es un punto estrechamente ligado con el anterior. Un error frecuente es empeñarse en enseñarles a los alumnos con síndrome de Down conceptos complejos y poco útiles para ellos, mientras se descuida la inteligencia emocional, que en su caso requiere especial atención. Como señala el especialista Emilio Ruíz, la pérdida de empleo entre las personas con síndrome de Down no es en general debida a su incapacidad para llevar a cabo las tareas, sino a la aparición de conductas poco apropiadas que no son percibidas como tales por ellas (poca tolerancia a las críticas, inhabilidad para gestionar situaciones negativas, no reconocimiento de las jerarquías y los roles, etc.). Esto puede trabajarse en el aula, y con muy buenos resultados. Enseñar a nombrar y a reconocer las emociones o trabajar la empatía deberían ser objetivos más prioritarios que adquirir cierto precario conocimiento abstracto. Además, este trabajo emocional resulta, una vez más, beneficioso para el resto de los alumnos.
Trabaja en grupos pequeños:
Puesto que los alumnos con síndrome de Down van a requerir un especial seguimiento y refuerzo, es buena idea cambiar la clase magistral por estrategias más activas a partir del trabajo en pequeños grupos. Con esta estrategia, podemos juntar a los alumnos según sus necesidades y poner nuestra atención allí donde más se necesita.
Establece momentos de trabajo colaborativo:
Otra estrategia interesante es incluir en la clase, con cierta recurrencia, momentos de ayuda entre iguales, de manera que el resto de alumnos pueda apoyar a los alumnos que tienen dificultades. Este recurso no solo contribuirá a reforzar el aprendizaje del alumno con trisomía 21, sino que también será beneficioso para sus compañeros, fortaleciendo lazos interpersonales y trabajando los conceptos en la medida en que los enseñan ellos mismos.
Vicente del Bosque nos habla de inclusión
La Fundación Itinerarium es una organización con una larga trayectoria en el ámbito de la acción socioeducativa. Desde su creación en 2007, trabaja en diversos proyectos que tienen por objetivo la integración de los niños, niñas y jóvenes con necesidades especiales. Destacan entre sus líneas de acción los proyectos Inclusive Football, La letra de Anna y la investigación y promoción de nuevas metodologías educativas. Vicens Vives, junto a la Fundación Itinerarium, ha querido aprovechar el próximo Día Mundial del Síndrome de Down para visibilizar a estas personas y concienciar sobre la importancia de una educación inclusiva e integradora. Para ello, hemos hablado con Vicente del Bosque, exseleccionador de la selección española de fútbol y padre de Álvaro, un chico con síndrome de Down. Porque sumando capacidades, llegaremos más lejos. ¡No te pierdas la entrevista!
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