Andreas Schleicher
Entrevistamos a Andreas Schleicher, investigador alemán que desde 2012 es director de Educación de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos). Es coordinador del informe PISA (Programme for International Student Assessment), un estudio realizado por la OCDE a nivel mundial que evalúa el rendimiento académico de los alumnos en relación con las áreas de matemáticas, ciencia y lectura. También ha recibido diferentes reconocimientos por su labor en materia de educación, como el premio Bruce-Choppin (1993) o el Theodor Heuss (2003). Además, en el año 2006 fue nombrado Profesor Honorario de la Universidad de Heidelberg.
Andreas Schleicher, también conocido en Alemania como Mr. Pisa, explicó en una entrevista en la radio Deutschlandfunk que su maestro de primaria en la escuela estatal lo cualificó como «No apto» para estudiar secundaria. Su padre, profesor de pedagogía, no estuvo de acuerdo, y decidió apuntarlo a una escuela Waldorf. La decisión fue acertada: Schleicher no solo consiguió los mejores resultados en la escuela, sino que unos años más tarde ganó un premio especial en el prestigioso concurso ‘Jugend Forchst’ (“La juventud investiga”) por el desarrollo, junto a su primo, de un programa de reconocimiento de voz. Esta experiencia le mostró a Andreas Schleicher la importancia de no cerrar las puertas de la escuela a ningún estudiante, porque nadie puede saber del cierto todo el potencial que se esconde dentro cada uno de ellos.
Estudió física y luego matemáticas, y al final decidió orientarse hacia el mundo de la educación. ¿Por qué hizo este cambio?
Cuando era joven estuve dos años en una escuela especial para niños desfavorecidos y vulnerables, un trabajo que realicé en sustitución del servicio militar. La experiencia me sirvió para darme cuenta de la trascendencia de la educación y me ayudó a orientar mi carrera profesional hacia la enseñanza.
¿Cuáles cree que son los retos actuales de la educación?
Existen múltiples desafíos. Vivimos en un mundo en el que las cosas que son fáciles de enseñar y probar también se han vuelto sencillas para digitalizar y automatizar. Actualmente, el reto es hacer de la docencia una profesión de conocimiento avanzado, cuyos profesionales puedan desarrollar sus funciones con un alto nivel de autonomía y que, al mismo tiempo, pueda ejercerse en un entorno colaborativo. Este reto requiere un enfoque del aprendizaje y la enseñanza muy distinto al actual.
¿Que hay que hacer para conseguirlo?
En la era de la inteligencia artificial debemos pensar mucho más en lo que nos hace humanos. En cierto modo, el futuro de la educación consiste en emparejar la inteligencia artificial de las computadoras con las capacidades cognitivas, sociales y emocionales de los humanos. Por supuesto, el conocimiento siempre seguirá siendo importante, pero el mundo ya no nos recompensa solo por lo que sabemos. Google lo sabe todo, pero es importante actuar en base a lo que podemos hacer con nuestro conocimiento y aplicarlo de manera creativa, para adaptarnos a situaciones novedosas. Los sistemas escolares modernos deben transformar la organización del trabajo para que los entornos colaborativos reemplacen las formas burocráticas y administrativas de gestión. En el pasado, se trataba de transmitir sabiduría; en el futuro, nos enfocamos a la sabiduría que podemos generar como usuarios.
¿Cómo pueden las escuelas beneficiarse de los avances tecnológicos?
Hasta hace relativamente poco tiempo, las escuelas eran como islas alejadas de la tecnología, centradas en aplicar prácticas educativas convencionales, en lugar de transformarlas. Por su parte, los estudiantes siempre iban un paso por delante en la adopción de la tecnología, pero en el futuro, los colegios deben utilizar su potencial para transformar el aprendizaje y conectar con sus alumnos de forma innovadora.
¿Cuál cree usted que es el rol de los maestros ante estos nuevos escenarios?
Los profesores que han enfocado sus carreras únicamente a la transmisión de conocimiento, se enfrentan a un destino parecido al de los conductores de camiones en un mundo con vehículos automatizados. Está surgiendo una nueva profesión de educadores, cuyas funciones consisten en apoyar a los estudiantes a lo largo de la vida, trabajar como co-creadores de entornos de aprendizaje y actuar como entrenadores, facilitadores, mentores y evaluadores.
La situación provocada a raíz de la pandemia ha obligado a cambiar el modelo educativo. ¿Cómo cree que afecta al rendimiento de los alumnos?
Para los estudiantes con facilidad para el aprendizaje, que disfrutan aprendiendo y han encontrado su camino con la utilización de recursos digitales, la experiencia puede haber sido liberadora y emocionante. Pero para aquellos que necesitaban constantemente del apoyo de sus maestros y que no disponían de un ecosistema de refuerzo a su alrededor, en el que también incluyo a los padres, ha supuesto un paso atrás. Por tanto, esta crisis ha puesto de manifiesto las numerosas deficiencias y desigualdades que existen en educación.
El informe PISA se creó con la finalidad de evaluar los conocimientos y habilidades de los estudiantes en distintos países. ¿Cómo evolucionará el informe con los nuevos escenarios?
Existe un intenso debate entre los países que participan en PISA, tanto a nivel político como técnico, sobre hasta qué punto el informe debe evolucionar. Algunos argumentan que si el objetivo es medir el progreso y los cambios educativos, se debe partir siempre de los mismos parámetros. Pero PISA ha tomado un rumbo diferente, y si no evolucionamos, corremos el riesgo de seguir evaluando a los estudiantes por lo que se consideró importante en el pasado, en lugar de medirlos en función de lo que necesitan para prosperar en sus estudios en el futuro. Además, a medida que sigue aumentando el número de países que se unen a PISA, también se ha hecho evidente que el diseño debe adaptarse a un conjunto más diverso de participantes, para que sea capaz de tener en cuenta la realidad educativa de los países menos desarrollados.
¿Podría mencionarnos algunos posibles cambios o novedades?
Hemos empezado a implementar instrumentos de código abierto para que las escuelas los puedan utilizar para desarrollar sus propios sistemas de puntuación. También, y con el objetivo de que PISA pueda ser más relevante para países menos desarrollados, estamos trabajando con nuevas herramientas capaces de medir las capacidades de los estudiantes, revisar el contexto de aprendizaje o abordar los desafíos financieros y técnicos de algunos centros educativos.
Este año el informe PISA incorporó por primera vez la valoración de habilidades relacionadas con la convivencia, tolerancia e igualdad. ¿Por qué decidieron incorporar estos nuevos parámetros de análisis?
Las escuelas deben ayudar a los estudiantes a aprender a ser autónomos, a desarrollar un pensamiento crítico y una identidad que sea consciente del pluralismo de nuestro planeta. En el trabajo, en el hogar o en la comunidad, las personas necesitan entender cómo viven y piensan los demás y las diferencias entre culturas y tradiciones que existen en el mundo. Estas consideraciones han llevado a PISA a incluir la “competencia global” en sus evaluaciones trienales.
¿Por qué existe tanta diferencia en los resultados entre países en el estudio PISA?
La buena noticia es que nuestro conocimiento sobre lo que funciona en educación ha mejorado enormemente. Lo primero que aprendí es que los países que obtienen mejores puntuaciones han hecho entender a sus ciudadanos el valor de la educación. Otro elemento muy importante es la profunda creencia de que todos los estudiantes pueden aprender. En algunos sistemas educativos los alumnos se segregan a edades tempranas, lo que refuerza la noción de que solo algunos niños o niñas pueden llegar a tener éxito. Por el contrario, en países como Estonia, Canadá, Finlandia o Japón los padres y maestros creen que todos los estudiantes pueden alcanzar altos estándares y, esta confianza se manifiesta en el comportamiento de alumnos y profesores. Se han dado cuenta de que estudiantes no especialmente brillantes a nivel académico pueden llegar a desarrollar talentos extraordinarios.
¿Qué características tienen los mejores sistemas educativos?
Tienen en común que seleccionan y educan cuidadosamente a su personal docente y les proporcionan un entorno para que trabajen conjuntamente y se desarrollen. Les alientan a ser innovadores, a mejorar su propio desempeño y el de sus colegas, y a buscar un crecimiento profesional para alcanzar mejores prácticas. En estos casos, el énfasis no se pone en mirar hacia el interior del sistema escolar, incide en la cultura de colaboración y en establecer sólidas redes de innovación. Todo ello conlleva un mejor desempeño y una educación de alta calidad en todo el sistema, en la que los estudiantes se benefician de la excelencia de la enseñanza.
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