Los conflictos son algo cotidiano en toda comunidad. En aulas y recreos, encontramos a menudo conflictos de diversa índole e intensidad. Pero también hay conflictos que vienen de fuera, que afectan a algunos alumnos o un grupo de ellos. El papel que juegan los docentes frente a ellos puede ser determinante para alumnos y alumnas de todas las edades. ¿Qué herramientas les podemos dar? Tres expertos nos cuentan cómo afrontan la gestión de conflictos en el aula.

Roger Llopart

Consultor y formador especializado en gestión de conflictos y ecosistemas de aprendizaje

En primer lugar las emociones. Hay una relación entre lo que sienten los alumnos y su comportamiento. Cuando ellos se sienten bien, se portan de una forma adecuada. Si reconocemos sus sentimientos, si ayudamos a poner nombre en aquello que les es difícil a veces identificar, el nivel de conflicto disminuye.

En segundo lugar, la comunicación. En toda comunicación, más allá del contenido, hay una parte de relación, y cuando ésta es respetuosa, influye con los niveles de conflicto. Podemos afirmar que cuando los alumnos son aceptados, reconocidos y validados como personas, y al mismo tiempo tienen la oportunidad de expresar sus opiniones y sus sentimientos, se genera un clima más cálido en las aulas, elemento que hace disminuir las situaciones de conflicto y las actitudes violentas.

Por último, el clima social escolar es la calidad de las interrelaciones entre los miembros de la comunidad educativa. Aquí se incluye el bienestar personal, los sentimientos positivos y el sentirse aceptado. Por ejemplo, las escuelas con climas positivos, están relacionadas con unos desarrollos saludables, aprendizajes óptimos y una disminución de las conductas desadaptativas.

Los climas negativos están vinculados con la conflictividad, la violencia, la desmotivación de los alumnos, la falta de autoridad y el malestar docente con el sistema educativo.

Maria Carme Boqué

Profesora del grado de educación de la FPCEE Blanquerna - Ramón Llull

La paz eterna solamente se halla en los cementerios con lo cual resulta obvio que la vida de todas las personas es conflictual. Dado que los conflictos forman parte de la naturaleza humana resulta imprescindible, en primer lugar, prepararse lo mejor posible para evitar que una situación problemática, por muy inesperada que sea, nos atrape y nos deje sin opciones positivas de salida.

La prevención de conflictos consiste, básicamente, en conocer bien el terreno y procurar que las necesidades e intereses propios y de las demás personas estén cubiertos de una manera justa.

En segundo lugar, la formación referente al conflicto, las estrategias de mediación, la justicia restaurativa y la cultura de paz son algunos de los temas clave que deberían integrar el currículum explícito de las escuelas, ya que se trata de enseñanzas muy útiles para la vida en sociedad.

En tercer lugar, todas las personas que conviven en un mismo contexto, bien sea una familia, una escuela, una ciudad o un país, deben acordar normas de convivencia democráticas que favorezcan el desarrollo óptimo del grupo y, a su vez, protejan a todos sus miembros.

Manel Güell

Consultor y formador

Los conflictos conllevan siempre implicaciones emocionales que van desde viejas heridas a dudas sobre la propia autoestima. Estas emociones nublan el conflicto y no permiten una buena solución. Es adecuado aceptar estas emociones, darse cuenta de su efecto y, una vez integradas, distanciarse, dar un paso atrás y permitir que la razón y la objetividad ocupen el espacio emocional y sean las guías de la solución del conflicto.

Por otro lado, habitualmente las personas se centran en sí mismas ante un conflicto. Se analiza, juzga e interpreta desde la posición del yo más exacerbado. ”Mira como me siento, fíjate en lo que me hace, yo me siento fatal”… son expresiones propias de una mirada centrada en uno mismo. Es recomendable salir de este yo dominante y ponerse en el lugar del “tú”, del otro. Comprender el conflicto desde la mirada de la otra parte. Este acto es clave para aproximarnos a la solución.

Por último, hay dos modos básicos de enfocar un conflicto: desde posiciones fijas e inamovibles o bien buscando los intereses comunes.  Cuando se afronta un conflicto desde posiciones, su solución es muy difícil. Cuando se plantea de de los intereses comunes, la solución está al alcance de la mano.

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