Las matemáticas son la asignatura favorita de muchos estudiantes pero a otros se le hace cuesta arriba la dichosa asignatura. Despertar el interés, la curiosidad  y también la pasión de todos ellos por la virtuosidad de la materia es un reto al que se enfrentan muchos docentes cada día.  ¿Hay algún truco? Se lo hemos preguntado a Sergio Belmonte, Joseángel Murcia y Javier Fraile. ¡Aquí van sus recetas!

Sergio Belmonte

Profesor de matemáticas en secundaria y autor del blog Magiaymatematicas

La respuesta es fácil: contagiándola. No importa lo que se explique, la pasión se contagia, estoy convencido. El profesor de matemáticas debe “amar” las matemáticas para poder hacer que otros las “amen”. A mi juicio, uno de los grandes errores es hacer las matemáticas difíciles. A veces confundimos lo difícil con lo interesante y no necesariamente está relacionado. Para mí lo interesante despierta pasiones, lo difícil despierta adversidades. Si ineludiblemente es difícil, hagámoslo interesante.

Como profesores de matemáticas sería extraordinario buscar aquello que nos apasione y encontrarle la relación con las matemáticas (que seguro la tiene). A partir de ahí no será difícil contagiar esa pasión y las matemáticas que expliquemos se volverán interesantes para nuestros alumnos, simplemente porque son interesantes para nosotros.

Creo sinceramente que todos podemos tener pasión por las matemáticas (al igual que por los libros, la música o el teatro) tan sólo debemos encontrar “nuestro problema”. A nivel particular, gracias a la magia aplicada en clase de matemáticas, puedo despertar curiosidad en clase y en consecuencia interés. Del interés a la pasión, sólo hay un paso.

Joseángel Murcia

Profesor de la universidad Complutense de Madrid, asesor y divulgador de matemáticas

La primera pasa por los sentidos. Hay que tener los ojos muy abiertos para ver qué están haciendo los compañeros, visitar blogs, ir a jornadas de matemáticas, preguntar las dudas que surjan, estar siempre dispuesto a aprender, tener las puertas del aula abiertas a quien quiera aportar algo. Tener los oídos muy atentos a lo que dicen los niños, a las preguntas que hacen y a lo que han visto o leído. Tener las manos listas para tocar las matemáticas y todos sus manipulativos físicos o virtuales.

La segunda es no olvidar que las matemáticas se hacen con la cabeza por tanto todo lo que toquemos, veamos, oigamos… escribirlo con símbolos y números, cuestionarlo y tratar de dar el mejor argumento y la demostración más simple y bella. Estar abierto a la belleza de las matemáticas y dejarse llevar…

Javier Fraile

Profesor y autor de libros de texto de matemáticas

Hay tres factores necesarios para crear una actitud positiva hacia las matemáticas:

  1. El profesor debe ser, él mismo, un apasionado por las matemáticas. Este sentimiento, más que enseñarse, se contagia.
  1. Los contenidos: las matemáticas no son únicamente rutinas mecánicas y ejercicios descontextualizados. La pasión por las matemáticas se construye junto con el razonamiento matemático, resolviendo retos, problemas cotidianos, juegos y enigmas que dan sentido a los contenidos. Hay que encontrar respuestas a preguntas y aprender a formularlas. Y todo ello relacionado con la cultura: datos reales que abarquen desde el arte hasta el deporte pasando por las ciencias sociales y naturales, catálogos de los supermercados y tiendas de juguetes…
  1. La metodología: trabajo cooperativo, en grupos, individualmente, con papel y lápiz o con materiales manipulativos o tecnológicos (tangram, dados, regletas, calculadoras, ordenadores…) y así convertir las matemáticas en un desafío intelectual que levante pasiones.

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